Si vives en una comunidad de vecinos en la que hay una piscina común, seguramente te habrás visto involucrado, alguna vez, en una situación conflictiva. El uso comunitario de estos espacios acuáticos requiere un comportamiento cívico por parte de todos los usuarios. Pero, ¿qué hacer en caso que se produzcan conflictos en las piscinas comunitarias?
Imagina un sábado de verano, donde todos los vecinos buscan refrescarse en la piscina comunitaria. De repente, una discusión estalla por el uso de las tumbonas, y el ambiente se vuelve tenso. Este tipo de situaciones es más común de lo que pensamos.
Las piscinas comunitarias son espacios de diversión y convivencia, pero también pueden ser focos de conflictos si no se gestionan adecuadamente. En este artículo, te contamos cuáles son las causas más comunes de conflictos en piscinas comunitarias y cómo resolverlos.
Tipos de conflictos más habituales en las piscinas comunitarias
Seguramente te verás reflejado con alguna de estas situaciones, ya que suelen ser las causas más frecuentes por las que se generan conflictos en el uso de las piscinas comunitarias:
Ruido y comportamiento poco civilizado
El ruido excesivo y el comportamiento incivilizado son una fuente frecuente de conflictos. Música alta, gritos, juegos bruscos y conductas irrespetuosas pueden molestar a otros usuarios. Este tipo de comportamientos pueden generar tensiones entre los residentes, afectando la armonía de la comunidad.
Por lo general, solemos asociar este tipo de comportamientos con grupos de niños y adolescentes, aunque se producen con más frecuencia de la que pensamos también entre los adultos.
Uso excesivo e individualista
Si la piscina de tu comunidad cuenta con elementos comunes, como las tumbonas, es frecuente encontrar usuarios que las acaparan, sin tener en cuenta que hay más personas que también quieren utilizarlas. O, por el contrario, podemos encontrar vecinos que reservan demasiado espacio debajo de las sombrillas para quienes no están en ese momento en la piscina.
Este tipo de comportamientos que se perciben como egoístas generan conflictos habitualmente entre los vecinos si no impera la conciencia colectiva sobre la individual.
Supervisión de los niños
La piscina es uno de los lugares más frecuentados por familias que tienen niños durante el verano. Si los adultos responsables no ejercen la supervisión necesaria sobre los pequeños, es probable que el resto de usuarios se sienta incómodo y se queje de determinados comportamientos de los niños.
Además, la falta de supervisión adecuada puede dar lugar a comportamientos que pueden ser peligrosos, como correr alrededor de la piscina o bucear en áreas poco profundas, pueden generar conflictos serios y riesgos significativos.
Fiestas en la piscina
Cada año se repite la misma historia en algunas comunidades de vecinos: algunos deciden hacer su propia fiesta en la piscina e invitar a grupos numerosos de amigos, poner la música a alto volumen e, incluso, utilizar la piscina fuera de horario.
En las piscinas comunitarias no debemos olvidar que debe existir un código de convivencia que requiere la limitación de este tipo de actividades cuando estas perturban al resto de propietarios.
Otra cuestión distinta es si la persona que quiere organizar esa fiesta ha solicitado el permiso pertinente a la comunidad de vecinos y esta se lo ha concedido.
Invitaciones excesivas
Otra de las situaciones que puede provocar más conflictos en las piscinas comunitarias es el acceso indiscriminado de amigos y familiares de alguno de los propietarios a la misma. Al tratarse de una piscina comunitaria, lo más conveniente es que la propia comunidad de vecinos establezca unas normas claras en este sentido.
Por ejemplo, pueden optar por limitar a un máximo de 3 invitados por cada propietario, con el fin de evitar aglomeraciones de personas que no son propietarios de esa comunidad, y que restan espacio al resto. No obstante, en este caso, la información debe ser clara e inequívoca.
Claves para evitar y gestionar los conflictos en las piscinas comunitarias
Siempre que se produce un enfrentamiento entre dos propietarios de una comunidad de vecinos en la piscina surge la misma pregunta: ¿Cómo se pueden evitar? Y, si suceden, ¿cuál es la mejor forma de gestionarlos? A continuación, te damos algunas claves importantes:
Las normas deben ser claras y visibles
Todas las empresas asociadas a EMPIA se encargan, cada año, de asesorar a sus clientes sobre la importancia de publicar las normas de conducta en su piscina de forma clara y visible. Cabe tener en cuenta que no existe una normativa común que se aplique a todas las comunidades de vecinos, sino que es cada comunidad la que establece qué normas seguir.
Una vez definidas y aprobadas en junta, es fundamental darlas a conocer entre todos los vecinos y procurar que estén siempre muy claras. Así, cualquier persona que acuda a la piscina sabrá qué puede hacer y qué no, sin equivocaciones.
Algunas reglas comunes incluyen horarios específicos de uso, limitaciones sobre el ruido y comportamientos aceptables, y normas de higiene y seguridad, como ducharse antes de entrar a la piscina y prohibir el uso de vidrio en el área de la piscina.
Comunicación transparente y efectiva
No sirve de nada establecer unas reglas si no se comunican de forma efectiva y clara a todos los vecinos. Esto puede lograrse a través de carteles visibles en el área de la piscina, boletines comunitarios y reuniones regulares. La transparencia y la consistencia en la aplicación de las normas son cruciales para mantener una buena convivencia.
Y, en caso de que se genere un conflicto, la comunicación abierta y respetuosa siempre es la mejor vía para resolverlo. Abordar los problemas directamente con las personas involucradas, utilizando un tono calmado y respetuoso, puede prevenir que los conflictos escalen. Y, para ello, siempre hay que mantener el respeto y la educación en todo momento.
El rol del socorrista
En las piscinas comunitarias en las que hay socorrista, este suele actuar como la máxima autoridad dentro de la misma. Por lo tanto, es su función velar por que haya un comportamiento cívico por parte de todos los vecinos, e intervenir cuando sea necesario.
Sin embargo, los propietarios no pueden descargar en el socorrista toda la responsabilidad, ya que este no actúa como policía. La responsabilidad máxima de mantener una buena convivencia en la piscina es, siempre, de los vecinos y usuarios de la misma.
En resumen, los conflictos en las piscinas comunitarias son comunes, pero manejables. A través de normas claras, comunicación efectiva, y una gestión proactiva, es posible crear un ambiente armonioso donde todos los residentes puedan disfrutar de las instalaciones. La clave está en la cooperación y el respeto mutuo. Así que, la próxima vez que surja un problema, recuerda estos consejos y trabaja con tu comunidad para encontrar una solución que beneficie a todos.