La profesionalización del sector del mantenimiento de piscinas e instalaciones acuáticas es uno de los principales objetivos que perseguimos en EMPIA. Para lograrlo, es fundamental llevar a cabo acciones orientadas a elevar el carácter profesional de nuestro sector. Una de las propuestas que trasladamos desde la asociación es la necesidad de crear un carnet profesional para los técnicos del mantenimiento de piscinas.
El mantenimiento de piscinas ha sido históricamente una labor que muchas personas han abordado de manera amateur, confiando en la facilidad aparente de mantener el agua limpia y los equipos en buen estado.
Sin embargo, en los últimos años, los riesgos asociados a un mal mantenimiento han ganado visibilidad, revelando la importancia de contar con personal capacitado y certificado para esta tarea. Especialmente, en las comunidades de propietarios, pues estos tienen responsabilidad civil subsidiaria en caso de que algún bañista sufra cualquier patología derivada de un mantenimiento incorrecto.
Esta situación plantea una pregunta fundamental: ¿por qué no es obligatorio un carnet profesional de mantenimiento de piscinas, cuando otros sectores, como el de ascensores o instalaciones de gas, sí exigen este tipo de certificación?
Los riesgos ocultos para la salud
La primera razón por la que destacamos la necesidad de un carnet profesional para los técnicos del mantenimiento de piscinas son los riesgos para la salud. Un mal manejo de los productos químicos o una incorrecta gestión del sistema de filtrado pueden tener graves consecuencias.
El cloro, por ejemplo, es el principal químico utilizado para desinfectar el agua de piscinas. Si no se dosifica adecuadamente, puede provocar irritaciones en los ojos, piel y vías respiratorias. Aún más preocupante es la formación de cloraminas, subproductos que surgen cuando el cloro reacciona con las impurezas en el agua (sudor, orina, cremas solares, etc.). Las cloraminas, además de provocar molestias a los nadadores, pueden ser peligrosas si se inhalan en grandes cantidades, especialmente en piscinas cubiertas con mala ventilación.
Un mal equilibrio del pH en el agua no solo afecta la efectividad del cloro, sino que también puede favorecer el crecimiento de bacterias responsables de infecciones respiratorias severas. Además, el inadecuado control de la temperatura o un mantenimiento deficiente del sistema de filtración puede crear condiciones idóneas para la proliferación de hongos y otras infecciones cutáneas.
Comparativa con otros sectores: ascensores y gas
Sectores como el de los ascensores o las instalaciones de gas han identificado desde hace tiempo la importancia de la seguridad y la especialización. En estos ámbitos, los errores pueden ser catastróficos, al igual que en el de las piscinas, lo que ha llevado a la obligatoriedad de un carnet profesional para quienes realizan el mantenimiento. Este carnet garantiza la correcta formación del profesional para desempeñar su actividad, lo que reduce mucho los errores provocados por la falta de formación.
Ahora bien, si comparamos la incidencia de accidentes entre piscinas y ascensores, los números podrían sorprendernos. Según varios estudios, las piscinas tienen un número considerablemente mayor de accidentes y fallecimientos que los ascensores.
En España, el ahogamiento es una de las principales causas de muerte accidental en niños menores de 14 años, muchas veces vinculado a fallos en los sistemas de seguridad de las piscinas, como vallas o cubiertas inadecuadas. Mientras tanto, los accidentes mortales relacionados con ascensores son mucho más raros debido al riguroso mantenimiento profesional que se exige siempre a profesionales acreditados.
La paradoja de la regulación
Es paradójico que, mientras el mantenimiento de gas o ascensores está estrictamente regulado, en el sector de las piscinas no exista una normativa clara y homogénea que exija una certificación profesional contundente. De hecho, el mantenimiento de una piscina, aunque a simple vista puede parecer una tarea menos técnica, requiere un conocimiento exhaustivo de diversos aspectos:
- Química del agua: mantener un nivel adecuado de pH, alcalinidad y cloro.
- Mecánica e hidráulica: conocer el funcionamiento y mantenimiento de las bombas, filtros y sistemas de depuración.
- Seguridad y legislación: garantizar que la piscina cumpla con la normativa vigente en cuanto a medidas de seguridad (vallas, cubiertas, señalización, etc.).
Hacia una certificación profesional obligatoria
Dado el creciente número de piscinas privadas y públicas, y considerando los riesgos que un mal mantenimiento puede acarrear, es imperativo que las autoridades regulen esta actividad de manera más estricta. Un carnet profesional de mantenimiento de piscinas no solo sería un aval de que el técnico posee los conocimientos necesarios, sino que también aportaría tranquilidad a los propietarios y usuarios, sabiendo que su salud y seguridad no están en manos de aficionados.
En otros países europeos, como Francia o Alemania, existen formaciones y certificaciones específicas para los técnicos de mantenimiento de piscinas. En España, aunque hay cursos y formaciones específicas, la certificación no es obligatoria, lo que deja un vacío en cuanto a la profesionalización del sector. Si queremos equiparar la seguridad de las piscinas a la de sectores como el de los ascensores o el gas, es necesario que se avance hacia una regulación que exija capacitación y acreditación oficial.
El mantenimiento de piscinas no es solo una cuestión estética o de comodidad, sino un aspecto clave para la salud pública y la seguridad. A medida que más familias invierten en piscinas, ya sea en comunidades o viviendas privadas, es fundamental que comprendan la importancia de contar con un profesional certificado.
Los riesgos asociados a un mal mantenimiento, como infecciones o problemas respiratorios, deberían ser motivo suficiente para que se comience a exigir un carnet profesional de mantenimiento de piscinas. Al igual que en el sector del gas o los ascensores, se trata de prevenir accidentes y proteger vidas, y las piscinas no deberían ser la excepción.